Pienso, luego.... tengo delirios de existencia.

Y también de escritora! ;)
Pasen, y vean....

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viernes, 11 de julio de 2008

De los recuerdos

A veces en la vida uno tiene la fortuna de vivir experiencias alucinantes, amores inolvidables o romances ferozmente apasionados.. momentos en los que le vemos la cara a Dios.. momentos en los que pensamos "me podría morir ahora mismo y habría valido la pena" o "podría congelar este instante o terminar mi vida en este momento, y estaría bien". Hay momentos, situaciones, amores que nos marcan el alma para siempre, de manera imborrable.. pero a diferencia de la marca que dejan, esos instantes suelen ser efímeros.. y tanta dicha en envase chico puede volverse, sin querer, en un veneno silencioso.

Muchas veces se ha dicho "no ensuciemos el recuerdo, dejémoslo intacto, impoluto".. como si acaso se pudiera!

Esta es una idea recurrente en nosotros, y genera un temor algo irracional.. como si una nueva edición de aquello que nos expandió el alma al punto de dejarle una cicatriz de miel, al modificar los recuerdos, pudiera alterar también lo que fue.

Pero lo que fue es innegable, inamovible e inalterable. Y nada podrá modificarlo, ni tampoco revivirlo. Nadie se baña dos veces en el mismo río porque el río nunca deja de fluir..

Lo que fue, fue.

En cambio los recuerdos no son imperturbables, no importa lo que se haga en adelante.. porque los recuerdos indefectiblemente se mueven junto con el ahora, van y vienen con la propia vida.. y se tiñen de hoy, de vos, de mí, de nosotros, de nadie, de rutina, de hastío, de abulia, de apatía, de astenia, de ausencia, de presencia, de ganas, de deseo, de amor, de odio, de bronca, de olvido..

Los recuerdos, y sobre todo los compartidos, se transforman con el sólo paso del tiempo y la sucesión de la vida, y el continuar de las relaciones.. porque el recuerdo se evoca, se cuenta, se disfruta, se añora, se rechaza, se ignora. Y hasta el hecho de ignorarlo lo modifica.. porque el sólo pensarlo lo modifica, o el pensar al otro, o el desearlo.. Únicamente el vacío, el no pensar, podría mantener intacto un recuerdo..

Creer que un nuevo encuentro, un nuevo viaje, una nueva aventura, un nuevo romance, una nueva experiencia o un nuevo intento van a ponerle la primera mancha al tigre es bastante ilusorio. En todo caso le podrían poner una más.. o en el mejor de todos, la última.

Y cabe aclarar que una mancha más nunca es repetir, porque las experiencias no se reviven.. en todo caso se reeditan, se mejoran, se modifican, se renuevan, se reinventan. Pretender que sean iguales a la primera o que tengan en nosotros aquel mismo efecto es infantil.. Pretender es infantil.. y peligroso. Pretender, tener expectativas, esperar, es marcar un standard a cumplir, o superar.. es quitarle espontaneidad, frescura y sorpresa a la vida. No temer a lo que vendrá, poner el corazón adelante y soltar el posible resultado de una nueva experiencia es el único camino valioso.. animarse a sentir algo nuevo dentro de lo conocido.

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